¿Por qué educar y no obligar en nutrición?

Lo primero que debemos plantearnos antes de entrar en faena sobre este tema es otra pregunta que en mayor o menor medida todos nos hemos planteado en algún momento de nuestra vida:

<< ¿Sé comer?>>

A priori parece una pregunta fácil con una respuesta aún más fácil. Un rotundo Si.

Si desde que nacemos tenemos el instinto de acercarnos al pezón de la madre y succionar para extraer alimento. Venimos con una programación de serie para ello. Pero si ahondamos más y vamos avanzando en la edad podemos ver como nuestra alimentación se diferencia entre unos individuos y otros, a pesar de ser de la misma especie.

No existe otra especie donde unos gustos y “educación ambiental” se vean tan influenciados en materia de alimentación.

Entonces si replanteamos la pregunta, ¿Sé comer?, ¿Qué responderíamos?

Por norma general tenderemos a pensar que nuestra evolución y desarrollo nutricional es el correcto.

Recapitulando. A pesar de ser de la misma especie, los individuos varían mucho su alimentación entre sí y se dejan influenciar mucho por su entorno.

Esta influencia puede ser positiva o negativa, pero ser volubles según el entorno es evolutivamente positivo.

En momentos de necesidad vamos a comer aquello que nos sea accesible y en las cantidades que podamos obtener. Este mecanismo de supervivencia del cuerpo humano le ha hecho sobrevivir durante cientos de miles de años.

El problema viene de la relativa abundancia y accesibilidad actual a cualquier tipo de alimento. Esto nos lleva a tener que equilibrar nuestra alimentación por otros mecanismos distintos.

Estos mecanismos nuevos de regulación que nos permitan mantener y mejorar nuestra salud se basan en el aprendizaje de patrones o generación de hábitos.

Y de esta manera hemos llegado al punto principal a tratar. ¿Por qué educar y no obligar en nutrición?

La educación según la RAE se define como:

la acción de “Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por mediode preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.”

Yo no estoy de acuerdo con esta definición por que excluye al adulto de la posibilidad de desarrollar o perfeccionar sus capacidades más allá de la imitación o imposición de prácticas.

Cuando obligamos en nutrición a alguien a comer de determinada manera no entiende lo que está haciendo, se limita a seguir órdenes de una manera desvinculada. Esto serían las típicas dietas dónde se debe seguir a rajatabla lo mandado.

¿Qué ocurre con ellas? Que generan tedio y cansancio por que no se sienten como algo propio y personal.

En cambio, al trabajar desde la educación, con ayuda de dietas como guía, entre otras herramientas, hacemos partícipe a la persona de su salud y su bienestar. Su vida depende de el mismo.

Acabamos de darle poder, el poder de hacerse sentir mejor durante toda su vida.

Al principio esto será complicado, pero poco a poco con trabajo y esfuerzo por parte del paciente y el terapeuta se logrará el cambio en la “programación” y se generará un hábito que asuma como propio.

La obligación genera rechazo, inapetencia y es temporal. El conocimiento empodera y es para siempre.

 

Y ahora que ya sabes esto. Tú decides.